Maybe… the best city in the world.
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Mi querida Barcelona… Barcelona no es Madrid, ni Nueva York, ni Londres, ni Milán, ni París, ni mucho menos es Tokyo, pero es que tampoco pretende serlo. Barcelona es Barcelona con sus 1’6 millones de habitantes, su cuadricula perfecta a raíz del Plan Cerdà, es el Tividabo de toda la vida y su pasaje del terror que no da miedo, Collserola y la Carretera de las aguas para disfrutar de las vistas mientras te pones en forma y un de nuestro querido Pepe Rubianes al que por fin han decidido merecidísimamente ceder su nombre a una calle.
Barcelona para mi es el Mar, la Vila Olímpica, el Sol casi todos los días, los veranos con sabor a Sónar y a Primavera Sound y su templada temperatura prácticamente todo el año. Barcelona es Gaudí y su Casa Batlló, La Pedrera, el Park Güell, la Sagrada Familia eternamente inacabada, la pared de colores de Miró de la T2 con el caballo de Fernando Botero en su interior, es el Liceo, José Carreras y Monserrat Caballé con un poquito de Freddy Mercuri.
Barcelona es igualmente una mezcla de Serrat y Sabina con sabor a mediterráneo, es las Ramblas, las frutas coloridas de la Boqueria (aunque algunos piensen que son sólo para turistas), el bar Pinocho, los bocadillos recién hechos en el rincón secreto y mejor guardado del carrer del Pi que desde pequeña me llevaba y me sigue llevando mi padre. Barcelona es el ‘pà amb tomàquet’ y una lista interminable de platos catalanes… Es Santa Llúcia en Navidad, la Plaza de San Felipe Neri (con los restos de los tiros de aquellos que en su día no nos quisieron), y todos los barrios que la forman y que cuentan una historia maravillosa todos los días del año.

Barcelona son los guisantes del Bonanova, una merienda en el Mauri a base de pijadas, o un bikini de toda la vida en cualquier Granja Catalana (que me recuerdan a esas tardes con mi madre al salir del colegio). Ir a la Foix una vez cada tanto para degustar los mejores Marrón Glacé de la ciudad y que he descubierto gracias a mi padre, o saborear las mejores croquetas de ceps que existen en la tierra y que parece que sólo sabe hacer la madre del Papitu. Es también Casa Trampa, Casa Pepe, Casa Julio y las casas de todos los que ceden su nombre y/o su apellido. Barcelona es poder recorrerte la ciudad entera en una mañana bajando Muntaner por ejemplo, contemplando el mar de frente y dejando la montaña a tu espalda; tanto como la fuente de canaletas seas del equipo que seas, o quedar en el mítico Zurich dando por hecho que es el epicentro del planeta (o al menos de nuestra pequeña gran ciudad).
Barcelona es el azul del cielo casi constante haciendo ángulos perfectos con el blanco impoluto del edificio del Macba mientras suena la melodía de los skaters repicando contra el suelo. Es tener un Bicing que funciona a medias pero al que aunque no lo uses le acabas cogiendo cariño. Es los domingos en las viejas Golondrinas comiendo chufas y garrapiñadas con mis tíos cuando era una cría; poder disfrutar de algunos de los mejores restaurantes japoneses del mundo (a la altura de los que probé cuando estuve en Japón); y aunque sea pequeña, esa ciudad que te hace sentir y formar parte de una gran urbe considerada la tercera más feliz del mundo. Es una de estas ciudades que engaña (en tamaño) porque en realidad es inacabable. De estos lugares en los que más vale ir bien preparado para no perder detalle, y donde poder disfrutar de algunos de los mayores placeres que nos ofrece, como dice la canción, de un lugar llamado mundo. Poder disfrutar del mejor café, la mejor paella, la mejor tienda de gafas o alpargatas en una misma ciudad. Áreas con olor y brisa a mar para patinar en línea y poder irte a la playa en el descanso de comer antes de volver a trabajar.

Si tuviera que escoger un sólo lugar de aperitivo me quedo con los buñuelos de la Cova Fumada. Si sólo pudiera escoger un postre seguramente sería la Sara del Sacha, compitiendo muy de cerca con los melindros con nata (sin azúcar y hand-made) en la granja La Pallaresa. Y como olvidar una refrescante bebida en la terraza La Isabela mientras tomo el Sol en un sofá-cama; así como la paella con cuchara de madera de El Xiringuito del Escribá, los helados y turrones artesanos de Casa Planelles, los zapatos Maians con su suela olor a chicle o el mejor café y chai latte que he probado en mi vida en el nuevo Satan’s Coffee Corner. Que no hace falta hablar la primera de mis dos lenguas maternas para disfrutar de los secretos de Barna (que es como aquí se la conoce), porque aquí cabemos todos y en todos los idiomas… Y que si te apetece que te descubra los secretos mejor guardados de mi y nuestra querida Barcelona durante dos horas, sólo tienes que desearlo mucho o aún más fácil simplemente hacendo clic aquí: http://es.trip4real.com/actividad/la-barcelona-mas-trendy/ en mi actividad de trip4real!
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